Ciampedie, un balcón panorámico sobre el Val di Fassa y los Dolomitas, en el reinado del rey Laurino y su leyenda mágica... Dolomitas; declarado Patrimonio #UNESCO por la singularidad y belleza de su paisaje... #tuttitaly
Refugio de Ciampedie, al que se puede llegar desde Vigo di Fassa en teleférico y desde Pera di Fassa en telesilla. Un punto de partida verdaderamente sugerente se abrirá ante ti y te verás envuelto inmediatamente en una magnífica sensación de paz y armonía con la naturaleza. Desde aquí parten numerosas excursiones que te dejarán boquiabierto, inmerso en uno de los paisajes más bellos del mundo.
Uno de los caminos más sugerentes es sin duda el que te llevará a las extraordinarias Torres Vajolet, para luego continuar hacia el inimitable Refugio de Passo Principe y, tras pasar el puerto de Antermoia, podrás llegar al fantástico lago glaciar de Antermoia - uno de los más altos de los Dolomitas.
Estamos en el reino del rey Laurino, en presencia del Catinaccio y aquí precisamente nace una de las leyendas más evocadoras de los Dolomitas, que intenta explicar el secreto de estas montañas que se tiñen de rosa al atardecer:
Se dice que el rey Laurin tenía una hermosa rosaleda en el majestuoso Catinaccio. Su pueblo de enanos excavaba en las entrañas del macizo, en busca de piedras preciosas. Cuando el Rey de los Adigios decidió casar a su hija Similde con un noble, el Rey Laurino también se presentó; sin embargo, al no ser invitado, usó una capa mágica que lo hacía invisible.
Inmediatamente se enamoró de la hermosa muchacha y la secuestró, llevándola al Catinaccio. De hecho, el nombre alemán del Catinaccio es “Rosengarten”, que significa “jardín de rosas”. Cuando la prometida de la hija del rey vino a liberarla, el rey Laurín tomó su cinturón mágico, que le daba la fuerza de 12 hombres, y la capa que lo hacía invisible, listo para luchar contra el caballero. Pero estos, junto con sus vasallos, reconocieron los movimientos del rey invisible, observando el movimiento de las rosas, y lo aprisionaron.
Más tarde, el rey Laurín maldijo su rosaleda que lo había traicionado: ningún ojo podría haberla admirado, ni de día ni de noche. Pero se olvidó de la salida y la puesta del sol, y desde entonces, en esos breves momentos, el Catinaccio se tiñe de un magnífico rosa - un fenómeno espectacular conocido como "Enrosadira". Cit. www.seiser-alm.it
