El edificio fue destruido en 1160 durante la ocupación de Crema por el emperador Federico Barbarroja quien, recién en 1185, permitió la reconstrucción del pueblo y de la propia iglesia. El edificio sagrado fue terminado en 1199 por la comunidad de los Humiliati... #tuttitaly
La Iglesia de la Santísima Trinidad en Crema es una verdadera joya arquitectónica que se alza majestuosamente a lo largo de la Via XX Settembre. Su singularidad radica en el hecho de que fue construida en un espacio estrecho entre los edificios circundantes, lo que llevó a una solución creativa: desarrollo vertical.
Las fachadas de la iglesia son una celebración de líneas curvas y marcos salientes que abrazan toda la estructura, creando un efecto escénico impresionante. La iglesia tiene dos fachadas muy similares, una de las cuales da a la calle principal y está flanqueada por una esbelta torre campanario, mientras que la otra está ubicada en un ángulo y da a una pequeña plaza.
Ambas fachadas están decoradas con pilastras adornadas con capiteles frondosos, añadiendo un toque de elegancia y refinamiento.
Pero no solo el exterior sorprende, el interior de la iglesia también es un espectáculo para los ojos. El diseño dinámico y sinuoso, enriquecido con decoraciones barrocas, captura la atención de cualquiera que entre. La nave, corta pero ancha, está flanqueada por tres estrechos transeptos, cada uno de los cuales está adornado con capillas y logias abiertas hacia la nave.
Historia
La historia de la Iglesia de la Santísima Trinidad es fascinante. Se remonta a 1095, cuando ya existía una iglesia primitiva perteneciente a una congregación de monjes cluniacenses. Desafortunadamente, esta iglesia fue destruida en 1160 por Barbarroja, pero afortunadamente, fue reconstruida entre 1185 y 1199 por los Humiliati.
En 1737, el antiguo edificio fue demolido para dar paso a esta maravilla arquitectónica, que se completó en 1740. El arquitecto Andrea Nono, el maestro constructor a cargo del proyecto, diseñó una estructura limitada en planta pero desarrollada en altura, adaptándose al entorno urbano circundante.
Conclusión
La Iglesia de la Santísima Trinidad es realmente una obra maestra de creatividad y originalidad arquitectónica. Su belleza y fascinante historia la convierten en un lugar único e imperdible para cualquier persona que visite esta ciudad.
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