Se eleva a las afueras del pueblo de Montepulciano y es una de las obras maestras de la arquitectura renacentista italiana, construida entre 1518 y 1548... #tuttitaly
A las afueras de Montepulciano encontramos el templo de San Biagio, ubicado en medio de un paisaje extraordinario, que destaca su grandiosidad.
De hecho, este edificio recibe el nombre de Templo por su majestuosidad, y es uno de los monumentos más significativos del Renacimiento. Fue construido en el sitio de una iglesia parroquial altomedieval, inicialmente dedicada a María y más tarde alrededor del año 1000, en San Biagio. El santo es de origen armenio y, por su experiencia como médico, era consultado por los fieles para el tratamiento de dolencias físicas.
A principios del siglo XVI sólo quedaban ruinas, pero en su interior aún estaba expuesta una Virgen con el niño y San Francisco, a los que se atribuyen hechos milagrosos.
Se dice que el 23 de abril de 1518, dos criadas, Antilia y Camila, y un campesino llamado Toto, al pasar frente al fresco, vieron que los ojos de la Virgen se movían como si estuviera viva.
Este evento atrajo fieles y solicitudes de reestructuración. Por eso, Antonio da Sangallo el Viejo tuvo la tarea de dar nueva vida a la iglesia.
El Templo, tanto en el exterior como en el interior, está revestido íntegramente con losas de travertino que muestran un color ámbar y que, según la luz del día, adquieren tonalidades de color cambiantes.
En el interior, la única pared provista de elementos decorativos es la correspondiente al Altar Mayor, y en el centro del dossal hay un fresco que representa a la Virgen con el niño y San Francisco.
Finalmente, en el Templo de San Biagio encontramos una mezcla entre el gusto artístico del Renacimiento y la devoción religiosa que motivó la construcción de la iglesia.
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